Aquel hombre malcubierto con harapos se sentía desfallecer. Consiguió llegar hasta la puerta del lugar tambaleándose, atraído por el olor de la comida y con la esperanza de aliviar el hambre que le encogía el estómago carcomido en su interior por los jugos gástricos. Al empujar la puerta de la fonda, se escuchó desde su interior un gran estruendo y una fierecilla se escapó colándose entre sus piernas, llevando entre sus fauces una gran presa de pollo asado. El hombre siguió con la vista la huida del gato, quien antes de cruzar la esquina se detuvo en seco y se giró hacia él enseñándole el botín. El hombre, consumidas sus últimas fuerzas, alucinaba que el gato lo estaba invitando a su festín. De repente, la puerta se abrió de golpe hacia afuera, empujada por un hombretón que salía corriendo echando maldiciones al gato, y el vagabundo recibió el golpe y cayó de espaldas sobre la acera. Ya no tuvo fuerzas para levantarse y sus ojos se cerraron para siempre.
Abrió los ojos pero su cuerpo ya no era el de antes. Sin embargo una sensación persistía: el hambre que le taladraba las entrañas. Atraído por un olor delicioso, descubrió que tenía fuerzas para moverse con movimientos ágiles y sigilosos. Llegó hasta la fuente de aquel olor, donde un hombre preparaba unos platos para servir, y esperó. En un descuido, robó la primera presa que encontró, quebrando uno de los platos en el proceso. El hombre gritó al descubrirlo y le arrojó el cucharón que traía en la mano pero él logró esquivarlo y se escabulló en busca de la salida. La puerta estaba cerrada pero en ese instante comenzó a abrirse y antes de que el hombre le diera alcance, llevándose sillas y mesas por delante, logró colarse entre unas piernas hacia la salida. Antes de cruzar la esquina, se detuvo a mirar al vagabundo que lo miraba fijamente con ojos hambrientos y se reconoció en él. Quiso poder ofrecerle un poco de la comida que acababa de conseguir. En ese momento la puerta se abrió. El hombre cayó sobre la acera y el gato huyó. Finalmente podría saciar su hambre.
Autor: Oscar Llanos
FB: Oscar LLanos
Twitter: @OscarLLPerdomo
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